Basado en una conferencia presentada en Julio de 1999 en Fort Lauderdale, Florida
J. C. Meeroff, MD, PhD
Profesor Clínico Asociado de Medicina
University of Miami (U.S.A)
Colaboración especial para la Sociedad Argentina de Medicina Antropológica
“No hay cuestiones acabadas sino hombres acabados en las cuestiones”.
Santiago Ramón y Cajal
“La Medicina tiene tres componentes: la enfermedad, el enfermo y el médico. El médico practica el arte de curar. El paciente debe cooperar con el médico a combatir la enfermedad”.
Hipócrates de Cos
“De cualquier tema que hablemos, cáncer, crimen, contaminación ambiental, armas atómicas, inflación o crisis energética, la dinámica de tales problemas es la misma...diferentes facetas de una misma crisis”.
Fritjof Capra
“El médico que ni siquiera entró en mi habitación, me dijo no podemos hacer nada por usted, no tiene pulmones, no va a vivir mucho; vayase a su casa, siéntese en una silla y muérase. Luego se dio vuelta, se fue y me mando la factura. Pero como yo no hago caso a la gente no me morí”.
Hubert Selby Jr.
“Transformaciones culturales de esta magnitud y profundidad no pueden prevenirse. Tampoco deben oponerse, al contrario deben ser bienvenidas pues representan el único escape a la agonía, el colapso y la momificación”.
Fritjof Capra
La salud es un derecho inalienable y natural de los pueblos y por ello no puede estar sujeta al arbitrio de los intereses comerciales de ningún grupo de presión. Durante los últimos años, en la sociedad industrial en que nos toca vivir, la medicina ha venido sufriendo una campaña de desprestigio como antes lo sufrieron otras profesiones liberales. Este es un hecho histórico que no vamos a elaborar en detalle en este ensayo pues nos desviaría del enunciado principal que es el de definir y ubicar a las medicinas alternativas. Basta decir que, acosados por las necesidades internas del mundo capitalista, los grandes conglomerados multinacionales han tomado control dictatorial y absolutista de la profesión médica, utilizando esos eficaces métodos maquiavélicos que le han sido tan útiles a los grupos de poder a lo largo del siglo 20. Para ello, tales grupos de presión económica cuentan con la complicidad de sus agentes desestabilizadores, los economistas vernáculos y la dirigencia médica que solo sirve para recitar el argumento clásico que transforma los delitos de sus patrones en crímenes de aquellos a los que quieren sojuzgar y que de paso, diríamos como efecto secundario “beneficioso”, se llena los bolsillos. Este sistema ha sido utilizado en numerosas ocasiones con renovado suceso a lo largo de la historia contemporánea. Ahora, esos elementos reaccionarios defienden a la medicina prepaga como modelo “social” ideal, cuando en realidad se trata de un sistema diseñado para explotar al médico y al paciente, y enriquecer a unos pocos intermediarios.
Por esas razones y por la falta de reacción de una clase médica aristocrtizada, la profesión médica en general y los médicos en particular están bajo los efectos de una campaña de pauperización y alienación como nunca antes se había visto en la historia de la humanidad. Los argumentos utilizados para provocar tal desestabilizació n son en sí válidos a su manera. Ellos incluyen:
1. La falta de resultados terapéuticos inmediatos en el área de la salud individual. El paciente se resiste a consultar al médico ortodoxo porque éste no tiene soluciones para la mayoría de sus padecimientos, especialmente los crónicos, y lo trata en forma despreciativa como si fuera una maquina descompuesta o rota y no como un ser humano que sufre. La razón de esta situación es que la medicina ortodoxa es muy limitada en opciones terapéuticas (muchas medicinas de patente, todas iguales). Ante tal realidad el médico, que no ha sido entrenado para tratar el sufrimiento humano sino para prescribir medicinas de patente, se siente desprotegido, sin opciones, y reacciona como ser humano que, en forma defensiva, huye de la situación, se acoraza bajo una cobertura de arrogancia, le molesta que el paciente se queje porque sufre, hace que el paciente se sienta incómodo y hasta lo trata como su enemigo.
2. El elevado costo de la Medicina. En USA, el costo de 30 pastillas de sinvastatín (Zocor) equivale al 15-20 % del ingreso mensual de un jubilado. En USA, un día en el hospital representa del 15 al 30 % del ingreso mensual de un trabajador no especializado. Los pacientes evitan ir al médico pues no quieren hipotecar la vida de toda la familia.
3. El poco beneficio que resulta en el mejoramiento de la salud colectiva, en relación a la inversión realizada. Según Steve Ullman, Prof. de Managed Care and Economics, en la Universidad de Miami, “las investigaciones prueban en forma convincente una y otra vez que cada dólar invertido en educación es comparable a tres dólares invertidos en medicina, en relación a su efecto en mejorar la salud de la población”. Entonces el paciente racionaliza que no tiene sentido ir al médico si se va a curar solo, o ni siquiera se va a curar.
4. La actitud antipática y prepotente de algunos médicos, exageradamente explotada por los medios de comunicación masiva. El paciente no llama al médico los miércoles pues lo convencieron que ese día esta reservado para que los galenos vayan a jugar al golf, manejando su BMW si son del sexo masculino o sus Porches si son del sexo femenino (se recuerda al lector el automóvil que conducía Anne Archer en la película “Patriot Games”?).
La razón por la cual la profesión médica y los médicos son los “chivos expiatorios” de las ambiciones desmesuradas de las compañías farmacéuticas internacionales se basa en la necesidad de desviar la atención del público, para proteger a los verdaderos culpables del desequilibrio creado. Como la clase médica está muy mal organizada, los médicos se han aristocratizado en el mal sentido de la palabra y algunos de sus lideres más importantes han preferido asegurar su bienestar económico a defender los intereses del médico y del paciente. Este esquema resulta fácil de aplicar. Solo hace falta enumerar los errores del sistema como si ellos fueran ajenos (la medicina es cara porque los médicos son unos ladrones), apelar a los temores más terribles de la comunidad (si los médicos se confunden vendrá el comunismo) y luego crucificar sin compasión, al mejor estilo medioeval. Así a los disidentes, como al famoso científico y premio Nobel Linnus Pauling, los trataron de curanderos, mentirosos y criminales; en el caso de Pauling por defender el uso de la vitamina C, una molécula natural, barata y no patentable que tiene numerosos efectos beneficiosos para la salud. El autor de esta nota no quiere recordarse lo que él tuvo que pasar cuando trató de publicar resultados que mostraban que la cimetidina no era más eficaz que los viejos antiacidos y que sus efectos secundarios eran peligrosos; eso sí, la cimetidina ayudó a crear fortunas para algunos pocos e hizo sufrir a muchos pacientes. En fin, un método parecido al utilizado a fines del siglo pasado por los militares franceses para ocultar su traición al pueblo galo y culpar a un judío, Dreyfus, por los crímenes de estado cometidos por un miserable antisemita y vendepatria como fue Esterhazy.
A nadie puede extrañar el estancamiento actual de la medicina ortodoxa, medicina capitalista o como bien la llaman sus propios teóricos, industria médica. Su ineficiencia, después de los maravillosos éxitos de la era de los antibióticos y aún cuando sigue progresando a pasos agigantados en el campo de la biotecnología, es fácilmente explicable por las características de su propia génesis. La industria médica depende del crecimiento ilimitado, de la generación exponencial de dividendos, de la concentración de capitales, y de la ganancia exagerada en manos de unos pocos intermediarios. La industria médica no depende del progreso de la ciencia, sino de la explotación de sus productos. Por éso necesita control social total y termina convirtiendo a los médicos en tecnócratas (proveedores) , quiénes solo están autorizados para aplicar reglas pseudocientíficas a clases generales de individuo; a los pacientes en consumidores (“compradores de cuidados de salud”), a las universidades en coloridas agencias de lavado de cerebro donde la originalidad, el progreso y la discusión están prohibidas y que, en fin, terminan ignorando olímpicamente al ser humano y sus dolencias. Tal industria médica demanda resultados económicos inmediatos y cae por su propio peso al fracasar en su intento de producir infalibles “píldoras mágicas” o sofisticados mastodontes de uso diagnóstico. A nadie pueden extrañar las lamentables consecuencias que provoca el uso descontrolado de técnicas agresivas. Ello ocurre con las mutilaciones practicadas por los cirujanos (mastectomías, gastrectomías, orquiectomías, reemplazos de caderas y rodillas, implante en senos de siliconas), las violaciones provocadas por los cardiólogos (caracterizaciones, bypasses) por los gastroenterólogos (endoscopias, ostomías), por los urólogos (endoscopias, resecciones prostáticas), o los desastres farmacológicos causados por las píldoras de patente que sacuden a Wall Street y conmueven el mercado internacional pero que nada bueno le hacen a la salud de los que las toman tales como la Talidomida, o la Viagra. Como diría el famoso humorista y filósofo popular George Carlín si usted toma Viagra lo único que se le va a parar es el corazón, y más aún si se entera de los trillones de dólares que embolsa la Pfizer porque usted tiene una señora gorda y fea y usted fuma y toma alcohol como loco). En la medicina industrial, el consumo debe aumentar en forma contínua, y las ganancias (para las multinacionales) también. Eso sí, la integridad de la población o su salud no tienen mayor importancia.
Es entonces, bajo esas condiciones que nacen las medicinas alternativas. Nacen como un movimiento estimulado por la necesidad de ofrecer una medicina efectiva al alcance de todos y donde la relación humana entre médico y paciente sea independiente de las pautas económicas y/o cualquier otra forma socioeconómica, en fin, una medicina moderna, igualitaria y social. Su antecedente inmediato es la llamada medicina antropológica que tan bien han desarrollado los argentinos, con La Sociedad de Medicina Antropológica a la cabeza. No hay mayores diferencias entre una y otra, más allá de la claridad conceptual que las podría diferenciar.
Mientras que la medicina antropológica se presenta como la “medicina del hombre reemplazando al modelo biomédico o mecanicista actual”, la medicina alternativa es universalista y se fundamenta en la moderna teoría de los sistemas generales, basada en la interdependencia de todos los fenómenos físicos, biológicos, sociales, culturales y políticos. Por ello, en el modelo alternalista no es necesario romper completamente con los modelos antiguos, sino interpretar los fenómenos naturales desde el ángulo correcto, y es posible aprender de modelos existentes en otras culturas. La física moderna demuestra claramente que el pensamiento científico no debe ser necesariamente reduccionista y mecanicista: holismo y ecología son también científicos. De todas maneras ambos modelos ubican al individuo enfermo y no a la enfermedad como el objeto central de la actividad médica. Para ambas los seres humanos son un complejo de cuerpo, mente y espíritu que coexisten en equilibrio dinámico con la energía universal que controla el proceso biológico.
Desde el punto de vista práctico, la medicina alternativa surge como un movimiento destinado a (Meeroff, JC, 1999):
· Independizar a la medicina y al médico de la tiranía de los economistas al servicio de las industrias farmacéuticas internacionales y de producción de instrumental médico.
· Garantizar que los médicos reciban una remuneración adecuada, la que les permita afrontar sus obligaciones económicas sin angustias.
· Establecer las verdaderas relaciones y reconocer las marcadas diferencias entre la salud pública y la salud individual.
· Actualizar las bases filosóficas de la ciencia médica y adaptarla a los conocimientos actuales del mundo físico y espiritual.
· Recuperar el control del ámbito de la salud para la clase médica, a fin de que ésta pueda trabajar en beneficio de la población general.
· Reducir la burocracia médica.
· Establecer una relación médico paciente inteligente, independiente e igualitaria.
· Utilizar terapéuticas que no sean ni agresivas, ni tóxicas, ni peligrosas (Primum non nocere), donde el paciente asuma su responsabilidad y mantenga control en el cuidado de su propia salud.
· Modificar la educación del médico con la intención de prepararlo, para reconocer la interdependencia de su profesión con la realidad socioeconómica de la comunidad donde practica.
· Mejorar la salud y las condiciones de vida de los pueblos.
· Lograr que la medicina individual éste al alcance de todos los sectores de la población.
· Establecer claramente el rol de médico como maestro, amigo, curador, consejero y líder (La medicina es el médico).
· Establecer el rol del ingeniero del medio ambiente como el protector de la salud pública y, por consiguiente, integrante del equipo de salud.
La medicina alternativa es un sistema médico basado en la teoría general de los sistemas que es el modelo físico del mundo concebido por los científicos de este siglo, con Albert Einstein y Niels Böhr a la cabeza, para explicar los fenómenos naturales que escapan a nuestra comprensión cuando se aplica el modelo mecanicista desarrollado por Francis Bacon, Rene Descartes e Isaac Newton, entre otros. Ese poderoso paradigma fue elaborado en el siglo 17 y todavía sigue siendo utilizado, ya no como modelo sino como dogma, por algunos, no pocos, para explicar, a su conveniencia, los fenómenos naturales como ocurren en la actualidad. Descartes asumía que la mente humana era la base absoluta de la realidad objetiva: “cogito, ergo sum” (pienso, luego existo). Siguiendo ese criterio se establecía entonces un modelo científico analítico para la explicación del mundo físico: la mente humana está separada de la naturaleza; el universo funciona como una máquina con una estricta relación causa efecto; la realidad se explica por la suma de las partes. Tal modelo cartesiano fue muy beneficioso para el progreso de la ciencia durante los siglos 18 y 19. Pero hoy día es insuficiente. Durante el siglo 20 los físicos demostraron que este modelo es solo una aproximación y desarrollaron un nuevo modelo, la teoría de los sistemas generales, que ve al mundo y a la realidad como un complejo de interrelaciones, donde no todos los sistemas pueden reducirse a unidades menores, donde el total es más que la suma de las partes, y donde el observador es parte de la observación e influye en el resultado final del fenómeno observado. La medicina alternativa basa su teoría en este método y por ello no excluye completamente al método cartesiano, pues éste queda abarcado dentro de la teoría general de sistemas.
James S. Gordon, uno de los pioneros de la medicina alternativa en los Estados Unidos, la explica así “Es (la medicina alternativa) una síntesis de la tecnología moderna y la sabiduría eterna, de los poderosos tratamientos ortodoxos y la compasión humana de la medicina oriental y la medicina occidental, de la alta tecnología y la medicina folklórica”. La medicina alternativa es la evolución lógica de la biomedicina en los tiempos actuales. Por ello no se contrapone ni con la medicina occidental contemporánea ni con otras formas de medicina sino que las integra, de forma tal que el producto final es mucho más que sus componenetes. La medicina alternativa incluye los principios bioquímicos y físicos relevantes en semiología. Igualmente, la medicina alternativa utiliza los métodos farmacológicos y de investigación propios del modelo cartesiano pero los amplía y modifica según las necesidades de la clínica. “En la práctica de esta nueva medicina las drogas y la cirugía, que son las piedras fundamentales del tratamiento en el contexto de la medicina convencional, ocupan un papel secundario, muy importante pero sólo utilizadas en contadas ocasiones y en forma muy cautelosa. En cambio, aquellos métodos terapéuticos considerados como periféricos por la medicina convencional, tales como acupuntura, relajación, meditación, nutrición, ejercicio, psicoinmunologí a y kinesiterapia son vitales en la medicina alternativa”.
La medicina alternativa no sólo es buena medicina, sino que desenmascara a los verdaderos culpables del estancamiento que en materia de salud estamos sufriendo en estos momentos. Ella está siendo atacada en forma despiadada desde todos los sectores que tienen intereses creados con el “status quo”. En un extremo están los nuevos liberales de pseudoizquierda, que como muy bien lo define Juan José Sebreli, “usan la mentira táctica” para perdurar en sus puestos de conveniencia en las Universidades, y en el otro los anarquistas, la antimedicina, como bien la define Marcos Meeroff, como Ivan Illich, que insisten en la reducción hasta la desaparición de la clase médica y hasta de la medicina, Illich llega a decir “contrariamente a la retórica política, limitar el acceso al sistema de salud actual beneficiaria a los pobres”. Un argumento corporativista por excelencia! Asustados por la evidencia histórica que indica que la medicina alternativa es el germen de la medicina del futuro, todos estos grupos de resistencia coinciden en exponer a la medicina alternativa como una regresión hacia un pasado medieval, mágico y anticientífico y presentan a sus practicantes como aprendices de brujo exploradores de culturas exóticas y contrarias a la naturaleza occidental. Basta navegar el Internet para encontrar numerosos cruzados que se dedican a atacar violentamente a la medicina alternativa. Nada más grotesco, ya que la medicina alternativa no representa una regresión hacia el pasado, ni pone en peligro la salud del individuo. Todo lo contrario: la medicina alternativa es una visión revolucionaria y de avanzada, abierta y evolucionista. No se trata sólo de prescribir hierbas o vitaminas y de tratar a los pacientes con extraños procedimientos metafísicos. La medicina alternativa va mucho más allá: se trata de un nuevo paradigma médico consecuente con las necesidades de la era post imperialista que se avecina. Es una medicina humanística, integral, holística, adecuada a las características de las nuevas generaciones que tienen una demografía y longevidad nunca vistas hasta ahora.
Las tres críticas más comúnmente empleadas para desestabilizar a la medicina alternativa son:
· Que los alternalistas usan remedios desconocidos, peligrosos e inefectivos.
· Que los alternalistas no curan a nadie y que bajo su régimen la salud pública se desmorona.
· Que los alternalistas no utilizan las técnicas modernas y basan sus diagnósticos en mentiras mágicas.
A continuación daremos ejemplos de cómo estos conceptos son erróneos y mal intencionados.
Que los alternalistas o complementaristas usan remedios peligrosos.
Tomemos el ejemplo de las convulsiones y los dolores neurálgicos. Se ha demostrado (utilizando técnicas mecancistas clásicas) que la disminución del ácido gamma amino butirico (GABA) es un de los grandes responsables de las convulsiones de los epilépticos y de cierto tipo de dolor neurálgico. La medicina alternativa recomienda entonces el uso de la GABA como medicación para estos casos. La medicina convencional usa entre otras al Neurotonin (Gabapentina) que es un fármaco de patente, cuyo mecanismo de acción es complejo pero cuya acción pareciese basarse en la activación de la enzima que convierte los glutamatos en GABA. Casi la misma ciencia. Pero hay diferencias. El costo de uno y otro tratamiento es diametralmente opuesto, la GABA cuesta 5 veces menos que la Gabapentina. Los diferencia en la incidencia de efectos secundarios es interplanetaria: mientras que la GABA no tienen aparentemente efectos secundarios pues se trata de la misma molécula natural; la Gabapentina infiere con muchos procesos metabólicos y de detoxificació n. Sus efectos secundarios descriptos en la famosa “biblia” farmacológica americana, el PDR, incluye muerte súbita, fatiga, somnolencia, mareos, vértigo, ataxia, alteraciones visuales, hipertensión, etc. (la lista completa de efectos secundarios de este producto parece el índice de un libro de patología). Entonces, adónde está el anticientificismo de la medicina alternativa que prefiere a la molécula natural sobre la artificialmente creada: sólo en el bolsillo de las compañías farmacéuticas que no pueden patentar la GABA, pero sí la Gabapentina y las futuras “Gabapentinitas” de segunda y tercera generación.
Ejemplos como éste los hay por centenares. Sin ir muy lejos podemos comparar al Finasteride (Proscar) con el extracto de Saw Palmeto (Serenoa Repens), a los diacepóxidos con la clásica valeriana, y al Fluoxetine (Prosac) con el extracto de St Johns Wort (Hipericum Perforatum), por sólo nombrar a algunos de los casos más representativos. En todos estos casos los remedios naturales son mejores, más eficaces, tienen muchos menos efectos indeseables y cuestan mucho menos que los productos farmacéuticos. Pero no son patentables!
Que los alternalistas no ayudan a mejorar la salud de los pueblos
Este tipo de crítica es la preferida de los economistas vernáculos. Su argumento es así: si la medicina convencional fue económicamente ineficiente porque la manejaban los médicos que se enriquecían a cuatro manos, dejar el control de la materia médica en manos de los médicos alternalistas sería ir a la bancarrota, pues éstos no podrán mejorar la salud pública a un costo “conveniente”. Otra mentira táctica, destinada a confundir. Es algo así como el razonamiento del fisiólogo que le cortó las cuatro patas a aquella rana que caminaba ante estímulos auditivos. Luego de la amputación, la pobre rana ya no caminaba ante los estímulos auditivos. El famoso fisiólogo concluye entonces, que cuando se le cortan las cuatro patas a la rana, esta se vuelve sorda. El problema de la salud pública depende en gran parte de los médicos, cualquiera sea su labor específica, sean ortodoxos o alternalistas, pero deben participar en ella muy especialmente los estudiosos del medio ambiente, como es el caso de los ingenieros de medio ambiente que estudian, entre otras cosas de gran importancia para la salud de la comunidad, la potabilidad del agua, evitando así las diarreas infecciosas, (lo compruebo personalmente, ya que en esta tarea interviene mi hijo Daniel, que ejerce esa profesión). Lo esencial es subrayar que la medicina social es una función social, por consiguiente una obligación estatal, cuya efectivizació n ineludible debe encomendarse a los equipos de salud, integrados por profesionales de múltiple variedad, desde el médico y sus colaboradores inmediatos, ecologistas, antropólogos, sociólogos, psicólogos, etc. Cada uno cumple una tarea específica, en armonía y coordinadamente. Es lo que la Organización Mundial de la Salud denomina acertadamente Atención Primaria de la Salud (APS).
Que los alternalistas no emplean métodos diagnósticos modernos
Nada más alejado de la realidad. No sólo nosotros utilizamos la información que nos brindan los métodos paraclínicos contemporáneos, sino que también los practicamos. Mi caso: soy gastroenterólogo entrenado en la Mayo Clinic, la Lahey Clinic y la Universidad de California y me siento muy orgulloso de ello. Practico y enseño la endoscopía gastrintestinal a diario. Mis asociados incluyen cardiólogos, urólogos, cirujanos generales y ortopedistas, quienes realizan procedimientos diagnósticos y terapéuticos aprendidos en los mejores centros de medicina ortodoxa de USA y Europa. Los quiroprácticos hacen uso extensivo de la radiología y los naturópatas emplean los análisis de sangre y saliva así como la radiología a diario. La diferencia estriba en que, en contraste con la práctica indiscriminada de los médicos ortodoxos convencionales, los alternalistas usan tales procedimientos con cautela y sólo cuando no exista otra opción.
Para concluir esta breve presentación debemos enfatizar que la nueva medicina, alternativa, holística, antropológica o como se la quiera bautizar, es parte de un fenómeno de cambio universal e inevitable. Por ello está aquí para quedarse, pues es el resultado histórico de la evolución del conocimiento humano y existirá en armonía con muchas teorías sociales y científicas presentes y pasadas. Su desarrollo y evolución nos ayudará a sobrepasar esa angustia desgarradora, mezcla de tentación y miedo, de que habla Marcos Meeroff, y nos traerá un futuro brillante y sereno.
Referencias Generales
Solo hemos de incluir referencias globales ya que el tema es muy vasto y sería poco práctico cargar al lector con una lista excesiva de libros y artículos. Incluimos solamente a aquellos que consideramos esenciales para iniciar la búsqueda bibliográfica.
- Borysenco Joan. Minding the body, Mending the Mind. Addison-Kiesley, Reading, Massachussetts, 1987
- Capra Fritjof. The turning point, Bantam Books, Toront, 1982
- Chopra Deepak. Ageless Body, Timeless Mind. Harmony Books, New York, 1993
- Dossey Larry. Prayer is good Medicine. Harper-Collins Pub Inc, San Fransisco, California, 1996
- Dubos René. Mirage of Health. Harper & Row, New York, 1959
- Eisenberg D. M. et al. Unconventional Medicine in the United States: Prevalence, Costs and Patterns of Use: NEJM: 1993; 382; 246-252
- Epstein, Gerald. Healing into immortality. Bantam Books, New York, 1994
- Gerber Richard. Vibrational Medicine; Bear & Co, Santa Fe, New Mexico, 1988
- Gordon James S. Manifest for a new Medicine; Perseus Books, Reading, Massachussetts, 1996
- Illich Ivan. Medical Nemesis: The expropiation of health. Pantheon Books, New York, 1982
- Meeroff J. C. La prueba clínica del doble ciego: el último dogma del reduccionismo biomédico. Revista AMA 1982: 95: 146-149
- Meeroff Marcos & Candiotti Agustín. Ciencia, técnica y humanismo. Editorial Biblios, Buenos Aires, 1996
- Marcos Meeroff. La Medicina Antropológica vs el Modelo Biomédico; Médico Interamericano 1999, 18, 113-115
- Marcos Meeroff. Medicina Antropológica, AMA, Buenos Aires, 1992
- Noakes Tim. Lore of Running. Leisure Press, Champaign, Illions, 3rd Ed.,1991
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1 comentario:
Muy interesante y completo artículo. En mi opinión, la medicina natural resulta sumamente interesante pues, para algunas aflicciones particulares, resulta mucho más efectiva que la medicina moderna. Además sus medicamentos no producen efectos secundarios.
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