viernes, 20 de abril de 2012

"El dolor": apuntes de la reunión del 13 de abril

Con la idea de ir eligiendo el tema para los próximos meses y planificando los próximos encuentros, empezamos a discutir sobre un tema grande "el dolor" a partir de algunos textos de Iván Illich, quien no ahorra pólvora en su crítica a la medicina occidental hegemónica.

¿Cómo se vive el dolor en otras culturas? Según Illich, el dolor es para nuestra sociedad un proceso físico, pero el dolor como experiencia dolorosa incluye además a la cultura, la ansiedad, la atención y la interpretación. Recordamos así, como los opioides influyen sobre el componente psíquico del dolor y no sólo sobre la transmisión de la señal dolorosa. Acá surgió la pregunta de cuánto de efecto placebo hay en el uso de los fármacos, y qué tan estudiada está la acción de los mismos. De todas maneras, en el componente psíquico del dolor la acción de los opioides no es un efecto placebo, sino que hay un efecto biológico, a nivel de neurotransmisores y vías no relacionadas directamente con la vía del dolor, que influye en lo psíquico. ¿Será este un caso donde la frontera -cultural- entre lo físico y lo psíquico tiende a diluirse? Por otro lado, si en la experiencia dolorosa influyen factores como la ansiedad o el significado que se le da al dolor, cabe preguntarse por qué estos factores no son generalmente objeto de la práctica médica, sino que dependen de la buena voluntad del médico. Esto lo vemos cuando en un hospital los pacientes no saben ni por qué están internados o se los manda a comprar fármacos sin decirles para qué son. Sabemos que siempre hay médicos que explican, que acompañan y que intentan hacer otras cosas, por eso en este sentido queremos recalcar que la crítica no es "a los médicos", sino a las tendencias más generales que se observan en la medicina.

Vivir el dolor y la enfermedad individualmente también es un fenómeno contemporáneo, antes o en otras culturas se lo vivía como un problema colectivo, pensando en sus significados y sus causas. Además la medicina-psicología responsabilizan al individuo de sus problemas modificables como adicciones, ansiedad, psicopatologías, como si esas cosas fuesen culpa de las personas y no problemas sociales. Nos preguntamos también si es lo mismo enfermar en el campo que en la ciudad. En la metrópolis tenemos la obligación de estar bien, de producir, y por eso no podemos darnos los tiempos para vivir la enfermedad de otra manera, además tenemos los fármacos relativamente a nuestra disposición. Mientras que en el campo, al no haber esa disponibilidad tampoco hay el deseo artificial de consumir medicamentos, y hay el tiempo para vivir los procesos.

Illich va más allá, y plantea que en la sociedad en la que vivimos el dolor ha aumentado exponencialmente, y entonces para que no nos cuestionemos acerca de por qué es así, se busca bloquear el sufrimiento mediante la administración masiva de analgésicos. El sufrimiento sería la experiencia dolorosa que abre preguntas y que según los significados que el medio social permita generar, puede habilitar la construcción de un sentido que a fin de cuentas permita un crecimiento de la persona; un marco en el cual el dolor físico deja de ser tan importante para la persona y pasa a ser parte de una experiencia integral a resolver. En contraposición a esto, nuestra sociedad favorece formas de vida donde anestesiamos nuestra sensibilidad, y por eso el sufrimiento es siempre una amenaza para subjetividades que no están dispuestas a la fragilidad*, a lo intenso de los procesos y de los cambios. Al mismo tiempo, detrás de la medicalización hay toda una industria farmacéutica que se beneficia. Nos preguntamos si no debería prohibirse entonces la venta libre de fármacos y la publicidad de medicamentos (en su totalidad). En torno a esto surgió el ejemplo de la fibromialgia, patología cuyo diagnóstico comenzó a aumentar hace unos diez años, y que muchos creen que sería una creación de la industria farmacológica para medicalizar cuadros que parecen tener mucho más de psíquico que de físico.

Pero también surgieron las obvias preguntas: ¿Qué tiene de bueno quebrarse una pierna? ¿Quiere Illich que no tomemos nada si nos duele una muela? ¿Plantea el texto la abolición de la medicina y de la farmacología? Creemos que lo que plantea es más bien otro abordaje del dolor y de la vida, la desprofesionalización de la medicina, la imposibilidad de resolver los problemas de salud sólo mediante fármacos.



*"En la ciudad que vivimos, con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación a distancia y la urbanización, cada uno de nosotros es atravesado por una infinidad de fuerzas muy variables: esto hace entrar en crisis a la subjetividad mucho más frecuentemente porque las referencias se vuelven precarias y volátiles. Uno se ve así fragilizado. Y esa fragilidad por sí misma no tiene nada de malo; por el contrario: es el corazón mismo de la creación de realidad subjetiva y objetiva. Es cuando te sentís frágil y cuando tus referencias no hacen sentido alguno que te ves forzado a crear. Como dice Deleuze: uno no crea porque es lindo o porque quiere ser famoso, sino porque está forzado, porque no tiene otra solución que hacerlo. Se trata de crear sentido para lo que ya está en tu cuerpo y que no coincide con las referencias existentes, de recrear tus relaciones con el entorno, tu modo de ser.
Esta fragilidad, que es tan importante política y éticamente, es la verdadera salud: hacerse cargo de esta fragilidad en vez de huir de ella. Sin embargo, esta fragilidad es muy mal vista por una tradición muy antigua -el régimen identitario- que organiza la subjetividad a partir de una imagen estable de sí misma, como si fuese una unidad cerrada. Entonces, esa fragilidad es vivida como una especie de colapso de uno mismo. Toda la subjetividad moderna, comenzando en el cartesianismo, se construyó en base a recusar esta fragilidad. En la estructura psíquica que heredamos de varias generaciones, la fragilidad no tiene lugar, lo que tu cuerpo vibrátil -como yo le llamo- capta del entorno queda recortado, porque tenés que estar siempre muy bien, estable, funcionando." Suely Rolnik